Georges Couffignal, in memoriam por Manuel Alcántara

 

Georges Couffignal, fallecido el pasado 28 de abril en París, fue uno de los principales especialistas franceses sobre América Latina en el ámbito de la ciencia política. Profesor de dicha disciplina en la Sorbonne Nouvelle y dos veces director del Institut des Hautes Études de l’Amérique Latine (IHEAL) de Paris ha sido autor de numerosos trabajos. El último publicado en Chile en 2015, La nueva América Latina. Laboratorio político de Occidente, es un excelente ejercicio de análisis sociopolítico en el que vierte su enorme conocimiento sobre la región y en el que, además, proyecta un saber maduro difícilmente igualable. También fue alma de la revista Cahiers des Amériques Latines durante diferentes etapas. Por otra parte, el profesor Couffignal se desempeñó como director del Instituto Francés de América Latina en México (entre 1982 y 1986), y Consejero de Cooperación y de Acción Cultural en Santiago de Chile (entre 2001 y 2005) lo que le valió para conocer la región de manera directa. En 2014 recibió el doctorado honoris causa de la Universidad Autónoma Metropolitana.

 

La vinculación del profesor Couffignal con la Universidad de Salamanca data de hace dos décadas cuando lideró la puesta en marcha de una sólida relación mantenida hasta la actualidad entre el instituto parisino que entonces dirigía y su homónimo salmantino. Esa vinculación ofrece hoy el fruto de un Máster Erasmus Mundus LAGLOBE (Latin America and Europe in a Global World), una oferta universitaria del máximo nivel amparada por la Unión Europea, al que se ha sumado la Universidad de Estocolmo. Pero también fue docente en la Universidad de Salamanca en varias ocasiones pasando en ella un cuatrimestre completo en la primavera de 2012 en que se hizo cargo del curso de “Sistemas Políticos de América Latina”.

Conocí a Georges en 1995 con motivo de la invitación que me formuló para participar en el coloquio que organizó sobre L’Etat en Amérique latine: privatisation ou redéfinition. Desde entonces mantuvimos una entrañable relación que trascendió el nivel profesional para adentrarse en una de plena amistad. Por ello, su pérdida me afecta no solo por el vacío intelectual que deja sino por la ausencia irreparable de alguien que hacía de la generosidad una pauta de vida y de la ironía un estilo de comportamiento. Fuera de las colaboraciones académicas que mantuvimos, las veladas siempre compartidas con Carmen, su maravillosa compañera desde la década de 1970 cuando se conocieron en Turín mientras él preparaba su tesis sobre el movimiento sindical italiano, en su casa de las afueras de París o en la de Aguilar de Campoo donde pasaba las vacaciones o en la mía de Villagonzalo de Tormes, permanecerán imborrables en mi memoria. Son huellas imperecederas de alguien que pasó por el mundo dejando la estela de la inteligencia, la solidaridad con el entorno del que formaba parte al que deseaba que fuera más libre y más igualitario, y el buen vivir que siempre fue un sello extraordinario de la forma en que entendió la existencia.

Sirvan estas líneas, en representación de sus amigos y discípulos salmantinos, para brindarle merecido homenaje por su compromiso con la academia a la que sirvió con entusiasta dedicación y por el amor hacia América Latina, su gente y su cultura, así como la preocupación por sus problemas, y para transmitir a Carmen y a sus hijos y nietos nuestro más sentido pésame.
Manuel Alcántara Sáez