Notas sobre “Salvador”, de Oliver Stone

Si hay un director norteamericano que pueda etiquetarse como ‘enfant terrible’ de Hollywood, es Oliver Stone (nacido en 1946 en Nueva York). Tras pasar sin terminar sus estudios por Yale y servir como soldado del ejército norteamericano durante la guerra de Vietnam (por lo que fue premiado con el corazón púrpura y la estrella de bronce), Stone comenzó una de las carreras cinematográficas más prolíficas y políticamente comprometidas de toda la industria norteamericana.


Política y sociedad son los ejes de toda su obra: con Vietnam como marca de su generación –“Last year in Vietnam” (1971), “Platoon” (1986) o “Born on the Fourth of July” (1989)–, Stone ha reflexionado sobre la política –“JFK” (1991), “Nixon” (1995) o “W” (2008)–, la cultura y la sociedad americanas –“Talk Radio” (1988), “The Doors” (1991) o “Any given Sunday” (1999)– o eventos clave de la sociedad de su país –como hizo en “World Trade Center” (2006). “Salvador” (1986) es parte de su reflexión comprometida sobre el terrible papel que Estados Unidos desempeñó durante décadas en América Latina en su lucha contra el comunismo. En una línea similar, Stone ha producido dos documentales sobre Fidel Castro –“Comandante” (2003) y “Looking for Fidel” (2004) para televisión– y está terminando un trabajo similar sobre Hugo Chávez.

La historia de “Salvador” es una reconstrucción autobiográfica de las experiencias del periodista Richard Boyle (co-autor del guión con Stone) en El Salvador durante el comienzo de la guerra civil. Por exagerada o simplificada que aparezca la situación, no deja de ser una magnífica oportunidad de revisar la historia reciente del país, en especial en estos días en los que la sombra del conflicto sigue, ineludiblemente, planeando sobre la campaña de las elecciones presidenciales.