Despedir a un amigo, a un colega, a un discípulo-maestro, a alguien que ha estado presente a lo largo de los últimos treinta años de la vida de uno, no es sencillo. Es un ejercicio complejo en el que se aúna el reconocimiento de los méritos profesionales con el brillo de los recuerdos personales. Los logros de una vida dedicada ejemplarmente a la academia y a la arena pública con la empatía y las permanentes muestras de afecto que nos llevaban a compartir el terreno de lo privado. Superar, por otra parte, no solo el vacío desgarrador de su ida sino la brutalidad intempestiva e imprevista de la misma.

Mario fue muchas cosas en su vida pública iniciada con una brillante formación en Derecho y en Psicología que terminó recalando en la Ciencia Política. La Universidad de Buenos Aires (UBA), primero, y luego el Madrid de finales de la década de 1980, en instituciones como el Centro de Estudios Políticos y Constitucionales y el Instituto Universitario Ortega y Gasset fueron los espacios donde recaló. La amistad de nuestros respectivos maestros, Juan Carlos Agulla, por su lado, y Antonio Lago Carballo, por el mío, nos puso en contacto en el viejo edificio de la Facultad de Derecho de la UBA. En los enredados vericuetos de la vida me tocó ser su director de tesis, “El presidencialismo en el sistema político argentino”, que defendió con honores en noviembre de 1992 ante un tribunal en el que se encontraba Juan Linz y con el que tuvo la oportunidad de debatir las ideas de este acerca de las supuestas bondades del parlamentarismo. Su doctorado fue un proceso en el que aprendí mucho.

Al regresar a Buenos Aires se incorporó a la Universidad de Belgrano a la que me invitó a dar un curso en junio de 1996 donde tuve la oportunidad de conocer el trabajo que venía realizando, así como a personas que fueron relevantes en mi vida, algo que me volvió a ocurrir cuando se cambió a la Universidad Argentina de la Empresa (UADE) para ejercer de decano. Supe de sus dotes de liderazgo tranquilo, de sus formas suaves de abordar los problemas, de su enorme capacidad para evitar la confrontación en un mundo tan plagado de egos y, en ocasiones, tan ingrato. Aprendí de él a contemporizar, a no dar una mala respuesta, a no mostrar un gesto severo.
Mario se comprometió desde el inicio en la puesta en marcha de la Asociación Latinoamericana de Ciencia Política de la que fue miembro desde su inicio en 2002, así como de su Ejecutiva hasta la celebración del tercer Congreso en Buenos Aires, en la que él jugó un papel sobresaliente en su organización, que supuso un paso decisivo en la consolidación de la Asociación. También tuvo una presencia pública y un compromiso explícito en el mundo de la opinión pública así como en su condición de miembro de la Academia Nacional de Ciencias Morales y Política de la que obtuvo el premio anual en 1995 por su trabajo “Primacía de las Instituciones“ y que, en la actualidad, presidía su Instituto de Filosofía Política e Historia de las Ideas Políticas.
En su tarea como investigador principal del CONICET, que compaginaba como profesor en la UBA, Mario Serrafero, desde una perspectiva netamente institucionalista y siempre con una visión comparada, centró su trabajo fundamentalmente en el ámbito del Poder Ejecutivo. Entre sus monografías caben destacar:
(2015) – Estudios Presidenciales. Perspectivas y casos en América Latina. Buenos Aires: Editorial L&C
(2015) – ¿Reelección indefinida o democracia constitucional? Sobre los límites al poder de reforma constitucional en el Ecuador. Bogotá. Universidad del Externado
(2005) – Exceptocracia. ¿Confín de la democracia? Intervención federal, estado de sitio y decretos de necesidad y urgencia. Buenos Aires, Ediciones Lumiere.
(1999) – El poder y su sombra. Los vicepresidentes, Buenos Aires, Editorial de Belgrano.
(1997) – Reelección y sucesión presidencial. Poder y continuidad: Argentina, América Latina y EE.UU., Buenos Aires, Editorial de Belgrano.
(1994) – Las formas de la reforma: entre Maquiavelo y Montesquieu, Tomo 1 y 2, Buenos Aires, Centro Editor de América Latina.
(1993) – Momentos institucionales y modelos constitucionales, Buenos Aires, Centro Editor de América Latina.

Una producción intelectual que sufrió un parón debido a una grave enfermedad felizmente entonces superada y que, como dice David Roll, un común amigo de ambos, tras estar “frente a la muerte hace unos años logró cambiar su vida radicalmente y en adelante vivió con serena intensidad el resto de sus días”.
El último trabajo publicado de Mario del que tengo constancia fue el capítulo “Menem and Kirchner. The two faces of Peronism?” en un libro que edité con Jean Blondel y Jean-Louis Thiebault titulado Presidents and Democracy in Latin America publicado este año por Routledge. Su fina capacidad de análisis se une al conocimiento de los avatares de la política argentina de las dos etapas que aborda y a su gran facilidad de integrar todo ello en la teoría. Algo que también pude validar cuando escribimos conjuntamente un ensayo titulado “El largo y sinuoso camino. Estado nación, régimen político e identidad en América Latina” en un libro que editamos junto con nuestro común amigo Martín Cuesta en 2016 (Política y democracia. Anversos y reversos. Buenos Aires: Editorial L&C).
Mario era un porteño cabal, alguien que gozaba como nadie de Buenos Aires y también de Madrid y de Roma, ciudades que caminaba constantemente. Era un amante del cine y no dudó en escribir un capítulo cuando le propuse una aventura en la que algunos amigos pretendíamos reflexionar acerca de la relación entre el cine y la política. Era un hombre sabio que, sobre todo, sabía escuchar y solo muy de vez en cuando hablaba de sus cosas. Nunca de su precaria salud y sí de aquello que a un padre responsable preocupa de un hijo, donde la zozobra puede dar paso a una ilusión luminosa cuando se es consciente que los problemas han quedado atrás y el futuro del vástago se hace promisorio. La cara de felicidad de Mario contándome los cambios en la vida de su hijo hace apenas un año es una imagen que retendré siempre. Su timidez era proverbial, discreto, sin ningún tipo de algazara, así pudimos ser cómplices de amores y de otras cuitas. Su futuro con Laura le generaba una recatada expectativa ante un mañana risueño. Mario sabía dar consejos, cuando se le solicitaban, de manera generosa y nunca pedía nada.
Deja un profundo sentimiento de orfandad. Descanse en paz.

Manuel Alcántara